| Noticia
20/10/2002
Los vecinos de Guerendiáin construyen el cementerio y arreglan las calles
en auzolan
El pueblo, que tiene 8 casas y 25 habitantes, era un señorío hasta hace 20
años
MARÍA NAVARRO. GUERENDIÁIN
Los 25 vecinos de Guerendiáin, localidad perteneciente al valle de Elorz,
han construido en auzolan sus calles y numerosos carteles indicativos de
madera colocados en ellas. A esto se suma la recuperación de una fuente y un
muro de piedra. Además, y aprovechando ratos libres, han trasladado el
cementerio, situado a la entrada de la iglesia, a otro lugar más alejado.
"Nos llama el alcalde o cualquier vecino al que se le ocurre que hay que
arreglar algo. Y como todos estamos muy unidos, cada uno viene cuando puede.
Pone su granito de arena, como se suele decir, y así se hacen las cosas. Ahora
un rato, luego el otro...".
De esta forma es como Ramón Izco, jubilado de 65 años, inquilino de Casa la
esquina y vecino "de toda la vida" de Guerendiáin, explica el espíritu que
mueve a los habitantes de este pueblo a realizar las reformas en auzolan.
Las últimas mejoras, según indica Benito López, agricultor y también hijo del
pueblo, y que todavía no se han terminado, consisten en colocar varias piedras
indicativas de gran tamaño, tanto en el desvío hacia el pueblo como en su
interior. Y es que esta población, antes eminentemente ganadera y ahora sobre
todo agrícola, forma parte del Camino de Santiago por lo que raro es el día en
el que algún peregrino no se deja caer por la localidad y toma agua en su
fuente.
La fuente es otra de las construcciones realizadas por los vecinos. En este
caso es César Sarasate, alcalde del pueblo desde 1999, quien recuerda que las
casas de Guerendiáin carecían de agua en las viviendas hace tan sólo veinte
años.
Antiguo señorío
Es así como desgrana la historia de la localidad. Una historia ligada al
señorío, ya que el pueblo no se convirtió en Concejo autónomo hasta 1980.
"Lo compramos entre cinco vecinos, los de siempre", explica Benito López, "no
teníamos dinero. Eran momentos duros para poder gastar, así que construimos
nosotros mismos un depósito de agua de 40.000 litros y lo encoframos.
"En la mía", rememora César Sarasate, "cuando yo era pequeño sólo había agua
en el fregadero de la cocina. El resto, había que ir a cogerla a la fuente".
"El agua era algo imprescindible para vivir", recalca Benito López.
Desde que el pueblo dejó de ser señorío se han construido dos nuevas casas,
aunque las restantes se han rehabilitado. Y el relevo generacional afirma
Ramón Izco que está asegurado, gracias al nacimiento en los últimos años de
dos niños.
"Y tu hermano se casó hace poco, así que...", le recuerda Izco al alcalde.
Ángel Mari Rípodas es de forma indirecta el "culpable" de que se haya podido
reformar la iglesia del pueblo, un templo medieval dedicado a San Juan
Bautista.
Hace unos siete años los vecinos, tras hablar con el Arzobispado, pusieron en
venta la llamada Casa del cura. Una construcción pegada a la parroquia y en la
que, como su propio nombre indica, antiguamente residía el sacerdote. Fue
entonces Rípodas, que tenía familiares en Guerendiáin, quien la compró.
Después la rehabilitó, ya que se encontraba medio derruida, aprovechando su
habilidad para tallar la madera. Así, él ha realizado todos los carteles
indicativos del pueblo, e incluso un monumento con el escudo del ahora Concejo
y su nombre.
Ya con el dinero obtenido por la venta, según explica el alcalde, "arreglamos
el tejado de la iglesia y tiramos una pequeña torre. Cambiamos una campana de
sitio, la pusimos en la espadaña y después colocamos otra".
El cementerio situado a la entrada del templo también cambió de ubicación en
el año 1995, según una propuesta de Ramón Izco. En este caso los vecinos,
igualmente en auzolan, trabajaron para construir uno nuevo algo más alejado de
la iglesia.
"Al principio, dijimos ufff..., pero ahora ves el nuevo, y todos tan
contentos. Nos costó más de dos meses, pero el tiempo Dios lo da de balde,
dice el dicho", indica Benito López.
A pesar de todas las mejoras realizadas, el pueblo tiene dos grandes
asignaturas pendientes. Una de ellas es el traslado del actual centro de
transformación, situado ahora junto al pueblo, a otro enclave más lejano. Y la
segunda consiste en construir una calle por la parte trasera. "Cuesta 20
millones de pesetas, así que nos lo tendremos que pensar un poco", comenta el
alcalde.
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